Apapachar

Escrito Por: Hugo Neira 52 veces - Jul• 23•24

«Véase apapacho. Palmadita cariñosa o abrazo». Americanismo. Acariciar, mimar. Brindar cariño, consentir, mostrar gestos de afecto o de amor. Es también consolar a quien se halle enfermo o esté triste. Pero puede tener un contenido negativo: consentir en exceso, tratar a un adulto como si fuese un niño, sobar.

Si he elegido escribir sobre esta palabra, apapachar, no es porque me guste, ni que me disguste — ¿a quién no le agrada que lo rodee el afecto? — sino que me llama la atención, me intriga, agrada y a veces desagrada; me emociona y por momentos me parece un ritual que igual se lo hacen a todo el mundo; por momentos me trae sin cuidado y a ratos me parece significativo. Como tantos usos sorprendentes que he hallado a mi vuelta al Perú, después de dos décadas de ausencia, apapachar me produce sentimientos encontrados. A ver si escribiendo estas líneas, me aclaro conmigo mismo. De entrada, me intriga.

Hace unos años, en el Perú no se usaba. O mejor, ni nos abrazábamos ni besuqueábamos a cada rato ni el término existía. Y aunque el uso sea fuerte en México, no creo que se trate de una simple exportación, mímesis. Me intriga y por momentos también me desacomoda. He pasado los últimos veinte años de mi vida en el extranjero, para ser más preciso, entre españoles y franceses, que tienen sus modalidades de afecto y simpatía, pero, con toda seguridad, los franceses no apapachan ni muertos, y los españoles, a lo sumo a los críos chicos, como ellos dicen. Ya de grandes, son tan duros como en Bosnia o en Irlanda del Norte. Desde que volví al Perú, tuve la fortuna de que me confiaran cargos importantes, siempre en el mundo de la enseñanza y la cultura. Tuve cargos antes de emigrar, allá por los finales de los setenta, pero bueno, eso de que el huachimán desde que me ve bajar del auto corre a llevarme la maletita, o el cafecito a horas inopinadas, como que es mucho. Esos rituales, y los apretones, en especial las palmadotas, en los confianzudos, debajo de la línea de flotación, sobre los riñones. Esos mimos, al principio, los atribuí a que peino canas. Pero luego noté que son extensivos a casi todo el mundo. No sé qué cara habré puesto entonces, acostumbrado a la rudeza y llaneza de otras gentes en otros lugares, hasta que un amigo (para eso están los verdaderos amigos) me dijo: «pero Hugo, así es la cosa aquí. Te apapachan».

Desde esa vez me dediqué a aceptar el apapachamiento, aunque no del todo. como otros son músicos, negociantes, médicos o psiquiatras, yo soy sociólogo, es decir, he adquirido los inevitables reflejos del oficio, acaso por deformación profesional. Y, en efecto, mi conclusión es que apapachamos a muerte. Primero a los más pequeños, ésa es la primera actitud: mimos que se dan a niños y niñitas, besotes y abrazotes. La segunda aplicación es más dudosa, se extiende a la adolescencia y a otras edades de la vida, y no tiene término. «Mi mami me está apapachando porque estoy enferma». La que lo dice puede ser una jovencita, pero igual una señorona. Apapachar también expresa otra gama de afecto, seamos francos, lo que suele pasar entre dos amantes. «Comenzaron con apapachos y se siguieron de largo». Pero esto último viene de México. Lo he tomado de Google (13.800 resultados sobre apapachar). En fin, el término se desliza del cariño y del amor sexual a un tipo de amistad medio sabrosona, como que se resbala, sentimental, libidinosa. «Te mando un beso y muchos apapachos». Por último, es gesto de consuelo, y eso sí es bien peruano: «Ay, no estés triste, ven que te apapacho». Lo del «ay», es significativo, pues hablamos con un tonito de queja. Tiene su encanto, su no sé qué, así es la cosa.

Apapachar. No me termina de convencer. Pienso en la India. Por lo que sé, esa sociedad es comercial y enormemente corrupta, y los agasajos y cariñitos son parte de estrategias para amables corrupciones. No, no me aclaro. Así, seguiré sospechando que el apapachamiento es trampa amable del barroco peruano, que junta a la vez ternura, cálculo, mimo, remilgos y zancadilla, todo a la vez. Entre tradición y modernidad, como tantos otros rituales en este país. (Publicado en febrero del 2008 en la revista Etiqueta Negra, n°56.)

Reeditado en El Montonero., 22 de julio de 2024

https://www.elmontonero.pe/columnas/apapachar

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