Carlos Araníbar

Escrito Por: Hugo Neira 1.528 veces - Abr• 01•16

Acaba de morir. Y como es un óbito, el lector va a pensar que se trata de una zalamería tardía. ¿Una lisonja? Nada de eso. No tengo el hábito ni las ganas.  Araníbar fue todo lo que voy a decir aquí.

En primer lugar, un gran profesor, que le pregunten a los alumnos que tuvo tras largos años en San Marcos. Un investigador de primera, su posteridad son sus obras. Que el lector le eche una ojeada a la Relación de Antigüedades de este Reino del Perú de Santa Cruz Pachacuti, crónica que lleva las anotaciones del erudito Araníbar, plenas de sensatez y precisión. Obra maestra.

Y era afectuoso y sincero amigo. Fue en la casa de Colina 398 que nos conocimos, donde hoy está el Instituto Raúl Porras y en vida del maestro, trabajamos juntos varios años. Una casa acogedora, Porras la había convertido en una sucursal de la Biblioteca Nacional, incluso mejor. Araníbar fue uno de sus asistentes, el más antiguo. Y estaba Pablo Macera. Y Mario Vargas Llosa, hasta su partida a Europa. El doctor Porras nos había reclutado para que le hiciéramos fichas. Nos pagaba la librería de Juan Mejía Baca. Porras me enseña qué era una ficha, y fue Araníbar, que tarde sobre tarde, continuó mi formación en esa técnica. Que es para toda la vida. Era Araníbar un poco mayor que yo, unos cuantos años, en esa edad, cinco o más, cuentan. Era sonriente, amable y severo. Era la lección de un artesano a un aprendiz. ¿Qué puedo decir ahora? Del fondo del alma, gracias Carlos.

Publicado en la revista Caretas n° 2430, 31 de marzo de 2016

http://caretas.pe/Main.asp?T=3082&S=&id=12&idE=1253&idSTo=750&idA=75033#.Vv0uWjbhBsR

 

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